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Cine Español – Principios S. XX hasta años 30

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La primera película española fue Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza (1896), rodada por Eduardo Jimeno Correas, uno de los pioneros en el cine español. Una película de tipo documental.

Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza (1896), E. Jimeno Correas.

La primera película con argumento fue  Riña en un café (1897), del fotógrafo y director barcelonés Fructuós Gelabert. Hizo uso de «vistas» y «panorámicas» de Barcelona y sus alrededores, aunque durante un tiempo siguió los modelos franceses con abundantes procesiones religiosas.

Riña en un café (1897), Fructuós Gelabert.

También sorprendió el trabajo de Segundo de Chomón, el primer director español de éxito internacional. Se le conoce por el uso de maquetas y todo tipo de efectos, incansable a la hora de encontrar recursos visuales y de color, que dieran más efectismo a sus historias. Uno de sus trabajos por excelencia y que servirá como referencia en la historia del cine será El hotel eléctrico (1908), entre otros.

El hotel eléctrico (1908), Segundo de Chomón.


Desde finales de los años diez se realizó un traspaso de la principal actividad cinematográfica en Barcelona a Madrid. Se inicia el predominio de las llamadas “españoladas”, que exageraban el carácter español, y que durará hasta 1980. Destaca Florián Rey con la primera versión de Nobleza baturra (1925), con el director de fotografía Enrique Guerner. Más adelante el primer existo de cine español sonoro correría de su cargo con La hermana San Sulpicio (1934).

Nobleza baturra (1925), Florián Rey.

Comienza a situarse como director de relevancia, Florián Rey, junto con Benito Perojo, que aportó una cierta renovación narrativa al cine español de la época (Para toda la vida, 1924). El costumbrismo y los temas populares predominaron durante los años veinte. Al mismo tiempo, las zarzuelas ocupan un lugar privilegiado en la producción cinematográfica española.

En 1928, se buscaba consolidar la industria del cine nacional. Mientras tanto, Benito Perojo dirigía El negro que tenía el alma blanca (1927), y Florián Rey dirigía un drama rural de gran impacto, La aldea maldita (1930), que se convierte en un éxito en París, donde al mismo tiempo, Buñuel y Dalí estrenaban Un perro andaluz (1929).

El negro que tenía alma blanca (1927), Benito Perojo.

Este podría haber sido el comienzo de la consolidación de la industria del cine español, pero el inicio de la Guerra Civil acaba con los pequeños avances conseguidos hasta entonces. Sin embargo, también provocó una intensa actividad en el campo de los reportajes y noticiarios. Desde 1936 destacarían directores como Ignacio F. Iquino y Rafael Gil.

Bibliografia:

http://www.españaescultura.es

http://www.wikipedia.com

http://www.recursos.cnice.mec.es

Trabajo realizado por Silvia Villegas

Cine Español – Años´40, ´50, ´60, ´70

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El inicio de la década de los cuarenta abre en España un periodo de incierta expectación. La guerra civil ha concluido, y todos se aprestan a vivir una nueva época, que no deja pasar por alto cuanto se refiere a la industria cinematográfica. La nueva administración se hace con el control del sector, y le aplica sus rígidas medidas de protección, tanto ideológicas como económicas.

El cine español de los cuarenta se siente aprisionado en un estrecho camino del cual difícilmente logra salir. Contadas excepciones permiten concebir esperanzas de que sea posible lograr estimables trabajos. Algunas producciones pertenecientes al género de la comedia o algunos títulos de Edgar Neville, José Luis Sáez de Heredia, Antonio Román, Juan de Orduña, Rafael Gil, Luis Lucia o Carlos Serrano de Osma sirven a tan reducidas aspiraciones.

Aunque se trate de un exiliado, Luis Buñuel no fue ajeno a la evolución de la dictadura, regreso a España a rodar en los sesenta cuando el régimen cambio a un sistema más aperturista.

Al finalizar la segunda guerra mundial Buñuel dejo Estados Unidos y se traslado a México donde conoció a Oscar Dancigers, introduciéndose en la industria mexicana muy poderosa en lo económico y repleta de de maravillosos cineastas y excelentes intérpretes.

Aunque Gran Casino (1947), con Libertad Lamarque y Jorge Negrete, resulto un fracaso, su siguiente entrega El gran calavera (1949) fue más elaborada, con Fernando Soler como eje principal del ocaso y renacer de una familia. Tras estas experiencias Buñuel avanzo hacia el realismo social de Los olvidados (1950) donde retrata la desesperanza de unos personajes que viven en la calle y se ahogan en la miseria más brutal. Logro el premio en el Festival de Cannes a la Mejor Dirección. Ese mismo año dirigió Susana (1950).

El primer paso que dio la industria del cine español en los cuarenta fue recuperar todos aquellos proyectos inacabados y, al mismo tiempo, reestrenar los éxitos que dominaron la pantalla antes de la contienda. Así junto a la reposición de sonados títulos del cine republicano como Morena Clara o La Verbena de la Paloma, se exhibieron nuevas películas de Francisco Elías y Eduardo García Maroto.

A partir de 1941 el gobierno tomo una serie de medidas para controlar las producciones nacionales y la industria del cine español: el doblaje, impuestos, cuota de pantalla y licencias de importación. En 1942 se regulo la creación de Noticiarios y Documentales Cinematográficos, NO-DO. Cinco años después surgió el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (I.I.E.C.), donde impartieron docencia algunos de los directores más representativos de la década y del que salieron las primeras promociones de jóvenes que intentaron dar un giro a la creatividad cinematográfica en los años cincuenta.

La primera edad dorada

Cuando se habla de la colaboración cinematográfica entre España e Hispanoamérica, uno de los nombres que más se suele nombrar es el de Cesáreo González, desde Polizón a bordo (1941) de Florián Rey, hasta La boutique (1967) de Luis García Berlanga, la actividad de este productor vigués fue tan intensa que su filmografía supera las 140 películas. Conviene matizar que fue un productor comercial pues busco el éxito por encima de todo. Así diseño una estrategia enormemente eficaz, contrato a los directores más representativos de cada época, produciendo numerosos filmes de Rafael Gil y Ramón Torrado, y también conto con cineastas de la talla de Florián Rey, Eusebio Fernández Ardavín, Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem entre otros. Contrato también a intérpretes españoles tan conocidos como Amparo Rivelles, Rafael Duran, Jorge Mistral y Alfredo Mayo, como a celebres personajes iberoamericanos como María Félix. Tuvo un gran interés en la comedia folklórica, iluminado por artistas de la talla de Lola Flores, Paquita Rico Ana Esmeralda y Carmen Sevilla. Uniéndose también a la cinematografía de este productor las dos estrellas infantiles más recordadas del cine español, Joselito y Marisol.

Sus películas representativas del mercado común iberoamericano fueron El famoso Carbelleira (1940) de Fernando Mignoni, Mar abierto (1946) de Ramón Torrado, entre otras.

Fue el único productor español que logro abrir para el cine hispanohablante el mercado internacional.

En la producción de los años cuarenta dominaron las películas de trasfondo histórico-político, con propuestas en las que se trataban la historia reciente, El frente de Moscú (1940) y los ideales del bando nacional, El crucero Baleares (1940), Sin novedad en el Alcázar (1940).

Sin novedad en el Alcázar

En los guiones proliferan hechos históricos de todo tipo con el fin de resaltar el valor, el espíritu religioso y el imperio hispánico, Correo de Indias (1942), Inés de Castro (1944).

Se produjeron distintos subgéneros: el cine de “levita”, con trasfondo literario, Marinéala (1941), Fuenteovejuna (1946), abundantes zarzuelas y españoladas que resaltaban el más puro tipismo regional un cine cosmopolita del que participan todos los directores, y por último, la comedia, que en todas sus variantes fue la línea más explotada durante la década.

Destaca el trabajo del realizador Ignacio F. Iquino, El hombre de los muñecos (1943), Una sombra en la ventana (1944), junto con cineastas sobresalientes como Antonio Román, Escuadrilla (1941), Boda en el Infierno (1942), La casa de la lluvia (1943), Rafael Gil, El hombre que se quiso matar (1942), Huella de luz (1942), La calle sin sol (1948), Edgar Neville, La torre de los siete jorobados (1944), La vida en un hilo (1945), Juan de Orduña, Ella, él y sus millones (1944), Luis Lucia, El 13-13 (1943), Jerónimo Mihura y Carlos Serrano de Osma.

La calle sin sol

Muchos nombres para una cinematografía excelente, que deseaba ir más allá del tópico, asentada sobre unos principios de calidad muy notables, no solo en el pulso de la narración, sino también en la calidad de la fotografía y en los decorados, parcelas en la que los técnicos españoles han sabido crear escuela y ofrecer resultados de muy elevado nivel.

Surgieron grandes mitos, como Amparo Rivelles, “la cara más bonita del cine español” a la que se necesitaba para que la historia pudiera funcionar, dominaba la escena como nadie y pronto demostró que además de una cara bonita también era una actriz, que el tiempo situó a nivel de las más grandes. Sin Alfredo Mayo tampoco podría entenderse el cine de los cuarenta, puesto que sintetizó todo tipo de ideales y de sueños, lo que le confirió una relevancia mitológica que alimento muchos sentimientos.

Mención aparte merece José Isbert, genuino representante de todo un grupo de actores, los llamados secundarios, sin los el mejor cine español carecería de su fuerza.

Directores de Fotografía.

Jose F. Aguayo, Castañuela (1945), La Lola se va a los puertos (1947), Locura de Amor (1948); Alfredo Fraile, La calle sin sol (1948),  La fe (1947), ¡A mí la legión! (1942), Vidas cruzadas (1942), Huella de luz (1943); Willy Goldberger, Ella él y sus millones (1944), La vida empieza a media noche (1944), Cristina Guzmán (1943), Malvaloca (1942).

La década de los cincuenta es, sin duda, la década de Bienvenido Mr. Marshall, ya que, ninguna película simboliza lo que este periodo quiso ser y no pudo.

En esta década se dan las Conversaciones de Salamanca (Mayo 1955), un encuentro de todos los profesionales de la industria, organismos del Estado, critica e intelectuales del momento, con el fin de converger los distintos análisis en una propuesta que permitiera abrir nuevos horizontes, creativos e industriales.

Son los años de Bardem y Berlanga, pero también los años de Ladislao Vadja y de Juan de Orduña, y de Sara Montiel y de Joselito.

Cabe destacar Esa pareja feliz (1951) dirigida conjuntamente por Berlanga y Bardem, años más tarde filmaron Los jueves milagro (1957) y Muerte de un ciclista (1953), respectivamente.

Bienvenido Mr. Marshall

Marcelino pan y vino

En los años previos a dicho encuentro se produjeron películas de gran contenido temático y narrativo como Brigada criminal (1950) de Ignacio Iquino, Cielo negro (1951) de Manuel Mur Oti, cine policiaco y dramas pasionales que compartieron pantalla con el realismo de El último caballo (1950) de Edgar Neville o Surcos (1951) de Juan Antonio Nieves.

Estas aportaciones tuvieron que encontrar un hueco con el cine español de tono religioso como, La señora Fátima (1951) de Rafael Gil o Marcelino pan y vino (1954) de Ladislao Vadja, y películas folklóricas apoyadas en las figuras de Antonio Molina, El pescador de coplas (1953); Lola Flores, La faraona (1955); Carmen Sevilla, La hermana San Suplicio (1952). Además de Joselito, El pequeño ruiseñor (1956) y Sara Montiel que se incorporo al cine español con El último cuplé (1957) dirigido por Juan de Orduña.

El pequeño ruiseñor

Con la posguerra finalizando, la productora Cifesa intentó mantener viva la llama del cine patriótico, Agustina de Aragón (1950), La leona de Castilla (1951) o Alba de América (1951).

Géneros como el melodrama y el policiaco tuvieron su exponente en Brigada Criminal (1950), Cielo negro (1951), La laguna negra (1952) y Condenados (1953).

Brigada criminal

Destaca un cine costumbrista real y enriquecedor, con La honradez de la cerradura (1950) de Luis Escobar, El ultimo caballo (1950) de Neville, Día tras día (1951) de Antonio del Amo y especialmente, Surcos (1951) de José Antonio Nieves Conde.

El entretenimiento sin más pretensión, se fomentó por medio de la comedia rosa, con argumentos desenfadados y frívolos, Viaje de novios (1956), Las muchachas de azul (1957) y Solo para hombres (1960), esta última con Analía Gadé y Fernando Fernán-Gómez en los papeles protagonistas.

La comedia sentimental también se ganaba el corazón de la audiencia, Recluta con un niño (1955) de Pedro L. Ramírez, protagonizada por José Luis Ozores.

Directores de fotografía.

Los directores de fotografía más destacados en esta época seria José Aguayo con El último cuplé (1957); Manuel Berenguer, Bienvenido Mr. Marshall (1952); Alfredo Fraile, Alba de America (1951), La leona de Castilla (1951), Muerte de un ciclista (1955), Pablo Ripoll, Brigada criminal (1950); Sebastián Perera, Surcos (1951) entre otros.

Los años sesenta resultaron una etapa renovadora para el cine español.

Saura va a ser el realizador más activo con carácter internacional. No obstante, desde finales de esta década y principios de la siguiente, el cine español se convierte en el triste heredero de una situación de fiasco económico provocada por una política proteccionista carente de una mínima coherencia en su aplicación.

En el campo industrial, Samuel Bronston, un productor de origen estadounidense quiso rodar en España superproducciones al estilo del Hollywood clásico. Consiguió rodar rey de Reyes (1960) de Nicholas Ray, dejando claros los ingredientes de este tipo de producciones: grandes estrellas norteamericanas, directores de prestigio, descomunales decorados y una amplia presencia de técnicos e intérpretes españoles. Otras producciones fueron El Cid (1961) de Anthony Mann protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren, 55 días en Pekin (1963) rodada en Las Matas por Nicholas Ray que tuvo que abandonar el rodaje y fue sustituido por Guy Green y Andrew Martin con Heston, Ava Gardner y David Niven.

55 dias en Pekin  1

Con La caída del Imperio Romano (1964) el Imperio Broston comenzó su declive, finalizando con El fabuloso mundo del circo (1964) de Henry Hathaway, con John Wayne, Rita Hayworth y Claudia Cardinale.

Lawrence de Arabia  1

Numerosos profesionales españoles alcanzaron su madurez en los equipos de Broston. Se filmo en España también superproducciones como Doctor Zhivago (1957), Espartaco (1960), Lawrence de Arabia (1961) y Cleopatra (1963).

La calidad de nuestros equipos técnicos y la pujanza de esa industria, permitió que, durante años, fuese constante la producción destinada al mercado internacional.

Sergio Leone se aprovecho de esto e inventó en España el subgénero spagueti-western, es decir, westerns rodados por equipos italoespañoles en Almeria, inauguraron esta corriente Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966) protagonizadas por Clint Eastwood y Lee van Cleef.

Desde la Dirección General de Cinematografía, José María García Escudero hizo aumentar la producción de cine en España, su intención era favorecer el nivel del cine español y la entrada de gente joven en la industria.

Carlos Saura se convirtió en el máximo exponente de un cine de calidad, consiguiendo un frente importante en la comercialización exterior del cine español, gracias también a Elías Querejeta, su productor. Los golfos (1959), La caza (1965).

En paralelo a la Escuela Madrileña, surgió otro grupo experimental e  innovador, denominada la escuela de Barcelona, donde predominaba la tradición formal, la influencia lingüística publicitaria y la preocupación por la estructura visual, Fata Morgana (1966) de Vicente Aranda, Noche de vino tinto (1966) de José María Nunues o Dante no es únicamente severo (1967) de Jacinto Esteva y Joaquin Jordá.

A pesar del exilio Luis Buñuel regresa a la España franquista y rueda Viridiana (1961) y Tristana (1969).

La presentación de Viridiana en el Festival de Cannes y la obtención de la Palma de Oro, provoco uno de los escándalos internacionales más recordados de la Historia del Cine.

Pese a que Buñuel representa lo español en el exilio, no debe pensarse que el cine rodado en la España de los sesenta fue desdeñado por el mercado internacional, el cine español mereció bastantes éxitos de crítica y de público. Francisco Rovira-Veleta, El amor brujo (1967); Fernando Fernán Gómez, El mundo sigue (1963) o Luis García Berlanga, El verdugo (1963); y Antonio Isasi- Isasmendi, Las Vegas 500 millones (1968) entre muchos otros continuaron ofreciendo buenos títulos a una industria que pasaba por uno de sus mejores momentos.

Viridiana

La comedia continuaba siendo un valor seguro en la taquilla, La gran familia (1962), La familia y uno mas (1965), Operación secretaria (1968), Las que tienen que servir (1967) y Pecados conyugales (1966), en las que estaban presentes Jose Luis Lopez Vazquez y Gracita Morales junto con Alfredo Landa, Alberto Closas, Analía Gadé, Amparo Soler, Concha Velasco, Tony Leblanc, Rafaela Aparicio, Julia Gutiérrez Caba, Mannuel Alexandre, Laly Soldevilla, Laura Valenzuela.

El cine con niño siguió la estela de las películas protagonizadas por Joselito, esta vez con Marisol, Un rayo de luz (1960), Ha llegado un ángel (1961), Tómbola (1962) seguida más tarde por Pili y Mili y Roció Dúrcal.

Tómbola

La residencia (1969) de Narciso Fernández Serrador fue una impecable muestra de cine de género y demuestra el buen hacer del cine español en campos como el misterio y el terror.

Directores de fotografía.

Destaca José Luis Cuadrado, La caza (1965); Aurelio Gutiérrez-Larraya Planas, Fata Morgana (1966), Viva los novios (1969); Manuel Berenguer y Godofredo Pacheco en La residencia (1969); José Aguayo, Viridiana (1961), Tristana (1969).

La década de los setenta presentaba ya los síntomas de una industria que comenzaba a enfermar y se veía amenazada por una profunda crisis. La situación industrial en España se halla profundamente agravada, debido al fiasco económico heredado de finales de los años sesenta, obligando a potenciar un cine eminentemente comercial que atraiga la atención de los espectadores. Aun así se consiguieron productos de calidad artística superior, como Pascual Duarte y El espíritu de la colmena.

El prestigio de la industria nacional también llega a través de los directores de fotografía que abren fronteras, como Néstor Almendros.

La producción se centro en una corriente muy comercial. Aun quedaba espacio para los Westerns, las películas de aventuras y las cintas de terror, muy competitivas rodadas por profesionales como Paul Naschy.

Alcanzo el éxito la comedia sexy, conocida como landismo en alusión a Alfredo Landa. El subgénero, arraigado previamente en Italia, tuvo su punto de partida con No desearas al vecino del quinto (1970) de Ramón Fernández. El llamado destape tuvo su inicio aquí.

http://www.dalealplay.com/informaciondecontenido.php?con=82765

Surgieron películas que alternaron comedia con el reflejo realista de la sociedad. Impulsados por el productor Jose Luis Dibildos, Españolas en parís (1968) y las dirigidas por Roberto Bodegas, Antonio Drove, Pedro Masó y José Luis Garci, la famosa tercera vía.

Españolas en Paris

Una propuesta de calidad fue mantenida por Elías Querejeta como productor, que continuaba trabajando con Saura Ana y los lobos (1972), Cría cuervos (1975) y que dio entrada a nuevos directores como Víctor Erice, El espíritu de la colmena (1973).

        El espíritu de la colmena

En las postrimerías del franquismo y los primeros momentos de la transición democrática, mantuvieron su nivel en la industria intérpretes que venían del cine de los sesenta, como Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, José Sacristán, Agustín González y Concha Velasco. En paralelo otros más jóvenes comenzaban a despuntar, como Carmen Maura, Ángela Molina, Xavier Elorriaga y Ana Belén.

La decente

Directores de fotografía.

Federico Gutiérrez-Larraya Planas, Don erre que erre (1970), La decente (1971); José Luis Cuadrado, Ana y los lobos (1972), El espíritu de la colmena (1973); Teo Escamilla, Cría cuervos (1975); Néstor Almendros, Days of Heaven (1978).

Bibliografia:

http://recursos.cnice.mec.es/media/cine/bloque3/index.html

http://www.cineyletras.es/

Textos de Emilio C. García Fernández publicados en el Diario de Ávila, en la revista Todo Pantallas, en la Enciclopedia Universal Multimedia (Micronet) y en los libros Historia ilustrada del cine español (Planeta 1985), Cine español: una propuesta didáctica (Royal Books 1993) e Historia Universal del Cine (Planeta 1982)

http://www.dalealplay.com/

Trabajo realizado por Roberto Padilla

Cine Español – años ’80, ’90 y primera decada S.XXI

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Tras la dictadura franquista, España comenzaba a abrirse paso al mundo con un nuevo modelo democrático de libertades, lo que supuso también un impulso para el cine autonómico, donde se destacaron realizadores como Imanol Uribe con su película La muerte de Mikel (1982), cuyo Director de Fotografía es el hoy reconocido internacionalmente Javier Aguirresarobe.

Los años ´80 comenzaron con los acuerdos entre cine y televisión (TVE) para adaptar grandes obras de la literatura y con la llegada de la realizadora Pilar Miró a la Dirección General de Cinematografía, protegiendo el cine de autor y proporcionando una nueva política de subvenciones llena de controversia, con su Ley del Cine. También se crearon los primeros nacionales de cinematografía, los Goya, en 1986.

Grandes éxitos fueron Volver a empezar (1982) de José Luis Garci y su Director de Fotografía, Manuel Rojas, que lograron el primer Óscar a mejor película extranjera, o Los Santos Inocentes (1984) adaptada por Mario Camus, quien bordaría también obras como La casa de Bernarda Alba (1987) con Fernando Arribas como Operador.

Llega a los espectadores la nueva comedia española que encarnaba a las generaciones que crecieron bajo el franquismo, entre el idealismo y el desencanto, en pleno apogeo de la movida madrileña, impulsada por Fernando Trueba con toques clásicos en Ópera Prima (1980), o Fernando Colomo con La línea del cielo (1984), con Ángel Luis Fernández como 1er Operador de ambas.

Fernández también colaboró con el máximo exponente de la movida, Pedro Almodóvar, en películas como La ley del deseo (1987). Sus comedias personalísimas de trasfondo melodramático han impulsado el cine español internacionalmente, encontrando en el Director de Fotografía José Luis Alcaíne a su mejor aliado desde 1988 con Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Alcaíne ya había trabajado con otros importantes realizadores como Manuel Gutiérrez Aragón (Demonios en el jardín, 1982) o Víctor Erice, muy cuidadoso de los aspectos estéticos (El sur, 1983). Ambas películas formaban parte de ese cine costumbrista que revisionaba la imagen que el régimen dictatorial había querido transmitir de la España profunda.

La visión crítica de España y su historia en tono de comedia mordaz y esperpéntica llegó con Luis García Berlanga y La Vaquilla (1984), y José Luis Cuerda con Amanece, que no es poco (1989), fotografiada por Porfirio Enríquez.

No debemos olvidar tampoco el cine social conocido como “quinqui”, centrado en jóvenes que provenían de ambientes de delincuencia y que vivían rodeados de pobreza y drogas. El máximo exponente fue Eloy de la Iglesia con El pico y El pico II (1982), contando con Javier Aguirresarobe, y La Estanquera de Vallecas (1987), fotografiada por Manuel Rojas.

A finales de los ´80, el revisionismo histórico y costumbrista empezó a decaer y fue sustituido por el un cine erótico heredero del destape, que reflejaba una nueva sociedad a través de la sexualidad. A parte de Almodóvar o Rafael Gil (director de comedias eróticas menores), el director Bigas Luna daba comienzo a los ´90 con Las Edades de Lulú (1990) y Jamón, jamón (1992), con Arribas y Alcaíne como responsables de la fotografía. Este último era colaborador asiduo de Vicente Aranda, que formaba parte de esta corriente con largometrajes del estilo La Pasión Turca (1994).

Un cine más comercial se abría paso para hacer frente a la influencia de la industria norteamericana y la televisión. A la par que directores como Trueba o Almodóvar siguen cosechando éxitos (ganaron el Óscar con Belle epoque en 1992 y Todo sobre mi madre en 1999, respectivamente), llegan los nuevos realizadores que han crecido en la democracia.

De la nueva camada, interesada en una emergente sociedad española por la reestructuración económica y social,  podríamos destacar a Julio Médem y sus estructuras narrativas poéticas emocionales, con un lenguaje estético propio: Vacas (1991) con Carles Gusi de Operador, Tierra (1996), con Aguirresarobe.

También encontramos la aclamada Tésis (1996) en el género de thriller de Alejandro Amenábar, unos de nuestros directores más internacionales, con Hans Burman como Operador. Burman ya había trabajado con Mario Camus y se ha posicionado como uno de los Directores de Fotografía más relevantes de nuestro cine.

El cine fantástico ibérico ha tenido como estandarte a Alex de la Iglesia a partir de Acción Mutante (1993), con la fotografía de Gusi. Pose grandes influencias de Hitchcock, la cultura del tebeo, los reality shows y el humor negro.

Por otro lado, records históricos de taquilla se lograron a través de un humor casposo y de chiste fácil en Airbag (1997) de Juanma Bajo Ulloa y Torrente, el brazo tonto de la ley (1998) de Santiago Segura, con Carles Gusi. Juanma Bajo Ulloa dio un giro radical tras películas de corte más intimista.

Otra de las visiones más personales es la de Fernando León de Aranoa, centrado en cuestiones sociales con una estética naturalista y propia del documental televisivo. En Familia (1996) y Barrio (1998), contó con la participación de Alfredo Mayo como Operador.

Durante los ’90, también se consolida la introducción de mujeres en la dirección cinematográfica, que había comenzado su andadura con Pilar Miró o Josefina Molina tiempo atrás. Isabel Coixet (Cosas que nunca te dije de 1996, con la dirección fotográfica de Teresa Medina, y A los que aman de 1998, con Paco Femenia), Icíar Bollaín (Hola, ¿estás sola? de 1995, con Teo Delgado como Operador) o Gracia Querejeta (Cuando vuelvas a mi lado de 1999, con Alfredo Mayo) son algunos ejemplos, con una propuesta narrativa y estética sólida.

La llegada del s.XXI es el inicio de la era digital y la sociedad globalizada, y ya no sólo la televisión influye en el cine, sino que Internet se transforma en un duro competidor de la industria cinematográfica, dando a luz al problema de la piratería. Durante la primera década, surgen multitud de nuevas promesas del cine y proliferan nuevos formatos de grabación digitales, ganando terreno al negativo.

En 2001 ya asomaba la cabeza Juan Carlos Fresnadillo con Intacto, reivindicando historias de calidad con producciones de bajo coste. Su nombre y el de su Director de Fotografía, Xavi Giménez, irían desde entonces ligados a thrillers y películas fantásticas.

Alex de la Iglesia seguía haciendo de las suyas con su humor gamberro en producciones como La Comunidad (2000) junto al 1er Operador Kiko de la Rica, con el que siguió colaborando más adelante.

También los primeros años fueron importantes para Aguirresarobe, que trabajó en éxitos de Amenabar (Los otros, 2001; Mar adentro, 2004) y Almodóvar (Hable con ella, 2002), ambos ganadores de premios Oscar, y para Alfredo Mayo, como Operador de Los lunes al sol (2002) de Fernando León de Aranoa y El método (2005) de Marcelo Piñeyro, que fue una revelación.

El debut en la gran pantalla del cortometrajista Daniel Sánchez Arévalo con Azuloscurocasinegro (2006), abría una etapa de buena cosecha de comedias españolas mezcladas con historias dramáticas, colaborando en sus grandes éxitos con Juan Carlos Gómez como Director de fotografía.

Jaume Balagueró, que ya venía dando guerra desde Darkness (2002) con Xavi Giménez, reinventó el cine de terror en nuestro país con el fenómeno de REC (2007) con Pablo Rosso, cuyo éxito ha  dado como resultado varias secuelas e, incluso, una adaptación norteamericana.

El género musical se volvió a poner de moda con películas como Al otro lado de la cama (2002) de Emilio Martínez Lázaro, que también firmó Las 13 rosas (2007) con Alcaíne, y que formaba parte de esa corriente cinematográfica que retomaba la Guerra Civil y el Franquismo, a la que también se apuntaron José Luis Cuerda y Hans Burman en Los girasoles ciegos (2008).

Los comienzos del s.XXI también han sido prolíferos para dramas intimistas como los de Isabel Coixet, que desde 2003 se internacionalizó con Mi vida sin mi, e Icíar Bollaín, que junto a Carles Gusi, firmó una gran película como fue Te doy mis ojos (2003).

En los últimos años, y por destacar algunas películas entre las producciones de calidad de nuestro país (que no han sido pocas), podemos encontrar a Javier Fesser y su polémica Camino  (2008), con Alex Catalán al frente de la imagen; la puesta de largo de Rodrigo Cortés y su Concursante (2007); antes de la brillante Buried (2010) junto a Eduard Grau; Celda 211 (2010) de David Monzón y Carles Gusi.

Bibliografia

http://www.imdb.com

http://es.wikipedia.org/wiki/Cine_espa%C3%B1ol

http://www.educacion.gob.es/exterior/br/es/centrovirtualrecursos/cinespanhol/cine_espanol.pdf

http://www.cinehistoria.com/?p=1847&page=28

http://vickyaroa.blogspot.com/

http://www.cineyletras.es/Historia-del-cine/historia-del-cine-espanol-anos-80.html

http://www.cineyletras.es/Historia-del-cine/historia-del-cine-espanol-anos-90.html

http://www.cineyletras.es/Historia-del-cine/historia-del-cine-espanol-comienza-el-nuevo-siglo.html

http://www.cosasdelcine.es/cine-espanol-anos-70-80/

http://elvideoclubdelos80.blogspot.com/2011/04/cine-quinqui.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Cine_quinqui

Trabajo Realizado por Raquel Fernández